Cae la noche...
Cae la noche sobre mi cama, y aunque estoy cansada, el abrazo de Morfeo no me atrapa. Cae la noche, cayó hace horas, y se la come el día, pero el sueño no me alcanza... Echo de menos su abrazo, su aliento en mi cuello, su tacto en mi piel, sus palabras quedas, susurrantes, sus besos tiernos e imperceptibles, su olor, su modo de estar y de quererme. Echo de menos perderme en sus ojos, en sus silencios, en su cuerpo de mujer... Tengo anhelos, esperanzas, sueños de futuro. Tengo ganas de abrazarla, de besarla, de amarnos... Tengo deseos de ver un amanecer continuo en sus brazos. Esta noche, la echo mucho de menos. Será que tengo el día (más bien la noche) tontito y empalagoso. Ahí va este poemilla (espero que no me regañes por las horas que son y yo, sin dormir aún):
Yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?
El que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.
Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.
Te vi, me has visto, y ahora,
desnuda ya del equívoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible.
Pedro Salinas (La voz a tí debida, 1933, Versos 388 a 424)
PD: Mi suerte, es que tú, no eres invisible, sino real.
Viajé a itaca a las 27 de Mayo 2005 a las 03:21 AM