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22 de Octubre 2004

Uff

Todo esto lo escribí esta mañana, luego me he ido tranquilizando y aunque el finde que había planeado se ha jodido, estoy bien, la nostalgia se fué un poco, está ya en la puerta de mi alma, a punto de salir... Aviso, lo siguiente, es un poco abstracto y complicado y creo que hasta aburrido.


Ayer sentencié como mínimo los siguientes dos años de mi vida. Cerré las puertas a mi mundo de sueños submarinos, de ondinas y sirenas de largos cabellos y de ojos glaucos; dije adiós a la ilusión de construir un mundo sin barreras, construir un mundo propio, y dije que sí al sueño ajeno de una persona que quiero. ¿Por qué? Creo que por no ver en sus ojos la desilusión, por no ver en su rostro la fatiga de la vida, por no darle un golpe de efecto mortal que lo derrumbe una vez más, por cumplir una palabra que dí hace por lo menos 14 años, y que quedó como frase póstuma a mi persona futura. Y porqué no reconocerlo, porque ya no tengo la ilusión fuerza y coraje de un corazón enamorado que me anime a ir contra ello. Porque se te han caído tantos mitos e ideales de personas amadas en este 2004 que no quieres ser tú también una de esas personas que se caen del pedestal o ideal en el que la colocan, expuesta a todo el público en un escaparate sin cristal, sin restricciones, todo el mundo expectante a tu comportamiento, a tus reacciones como desean, que hagas y cumplas tu rol en este burdo teatro que es tu vida, en el borrador, en el manuscrito sin revisar de un titiritero cruel que no cuenta con tu voluntad.

Te han dado la oportunidad de abandonar el barco antes de llegar a Ítaca, pero sabes que cuando te comprometes a algo lo continuas hasta el final. Salvavidas que tenías que haber puesto tú como condición, pero que no hiciste. Sabías que esa conversación llegaría y tú, no preparaste guiones ni esquemas. Se te dio la oportunidad de matar al Minotauro de tu laberinto, y en cambio lo has clonado, para tener la certeza de que no vas a poder escapar de ese laberinto. Y como si de Matriz se tratara, si te haces fuerte, el clon se multiplicará sin cesar para cumplir si fin. Y no sabes si esperas a un Teseo o Ariadna, pero sabes que Teseo no vendrá a buscarte, y Ariadna tampoco. Nadie te dará un ovillo que te lleve a la salida. Y no habrá madrigueras de conejos que te transporte a mundos de ensueños. Y llegaste tarde para sacar tu pasaje a Nunca Jamás y de momento no hay más viajes programados a ese país.

Y la tristeza no llega a tu corazón, y no sabes qué sentir, como si los sentimientos se eligieran. Y sigues haciendo tus chistes y juegos de palabras que poca gente aprecia. Y piensas que lo mejor que puedes hacer es dejarte fluir, que pase todo el oleaje por encima tuya como roca en el mar, por los lados, que te inunde, que te anegue, que te cubra como un alo protector, pero ¿de qué protegerte? ¿de ti misma? ¿de tu soledad en lo más profundo de la noche? Y como las olas, te irán desgastando, erosionando, mientras el tiempo se acumula bajo tu piel.

Pero todo sigue igual. Nada ha cambiado en el fondo ni las formas. El paisaje sigue siendo el mismo, los personajes inmutables. Simplemente es que ha llegado al fondo del océano el ancla que echaste hace mucho tiempo por la borda y que te ha ido frenando poco a poco pero sin pararte, y hasta ahora que has escuchado que ha llegado a un fondo que pensabas inexistente y que la cuerda sería infinita. Y en tu mundo interno, en tu imaginación, en tus sueños de noches oscuras, la luz es un futuro que siempre ha de ser mejor que cualquier tiempo pasado, si no, ¿para qué caminar? Y sin plazos, sin brújula ni mapas, sin objetivos, vas a intentar coger un remo de este barco, y remar hacia donde todos reman, aunando esfuerzos aunque el fin no sea el tuyo. Y sabes que tu viaje será largo, pero las experiencias ya apenas te importan. Y no sabes si en el próximo puerto bajarás para adquirir sabiduría, perfumes, o si conocerás el amor. Tal vez un libro nuevo en la mesita de noche te transporte a puertos de exquisitos olores y sabores, de mujeres de piel tostada y ojos sinceros donde ver pasar la vida, porque con cada amanecer se reafirma la idea de que eso ya lo viviste, y que no volverá a repetirse más. Es un círculo del que te alejaste tanto o te sacaron de él, y no sabes cómo volver, o lo peor, si quieres volver.

Pero nada habrá cambiado en el exterior: tus viajes, tus risas, tus chistes, tu dieta, tu trabajo, tu forma de sentir, tus miradas esquivas a la hora de la verdad, tu salir por las puertas traseras (cada vez más frecuentes) de las vidas ajenas para no molestar, tus utopías y tus amores secretos, tu forma de mirar al mar, tu forma de susurrarle los secretos inconfesables a esa inmensidad uniforme de agua salada.

Y hace poco has logrado averiguar la fórmula para adormecer el dolor, y es recubrirlo todo de indiferencia fingida. De no pensar más que un segundo en esas cosas para no despertar el dolor. Es como las protagonistas de los dos últimos libros que he leído, de autoras distintas pero con la misma idea: si te quedas en ese rincón oscuro, quieta, muy quieta, casi sin respirar, el dolor pasará por tu lado sin invadirte, sin alcanzarte. En cuanto empiezas a sentir la primera punzada, los primeros pensamientos automáticos, detienes la cadena de sentimientos, coges toda la espuma de cojines y colchones de la casa y rellenas los flancos del corazón, para que el golpe, por muy certero que sea no haga daño, no deje marcas, pase inadvertido. Y te dedicas la canción esa, sí, la que se llama corazón de mimbre, para doblarte antes que partirte. Y como tus miserias humanas son eso, tuyas, secretas, infames, y por mucho que intentaras explicárselo a alguien la única persona que te comprendería ya no está ahí, pues lo dejas escrito en esta página. Una vez reflexionando sobre las parejas, llegué a la conclusión que hay personas que la usan como contenedores de sus frustraciones, de sus miserias, de sus excrementos: todo lo que odio, lo que no quiero, lo malo de mi día a día, te lo hecho a ti encima, que me quieres y amas y escuchas, y yo me quedo tranquila y en paz, y tú, te haces cargo de mis preocupaciones, aunque no las entiendas. Y prometes que me abrazarás cada noche para que me sienta mejor y el miedo no se lleve mis sueños, y construyes un castillo de sueños para que cada noche sus puertas y ventanas se abran y me dejen penetrar en él. Inventas cuentos en que siempre somos las protagonistas y comemos perdices al final. Pero ese tipo de relación no me sirve, porque no quiero que nadie se haga cargo de mis miserias y excrementos emocionales. Pero en cambio, las suelto aquí, porque pienso que nadie leerá estas líneas paranoicas de forma obligada y hasta el final (reconozco que esto debe aburrir taco), porque espero que nadie comprenda lo que oculto tras Minotauros e islas kaváficas inalcanzables que aquí menciono, y sobretodo, porque probablemente en dos días no piense en esto y me encuentre en la cima de la montaña más alta y sienta que soy lo mejor, hasta mi llegada a la próxima estación Nostalgia, que nunca se sabe ciertamente cuándo será...

Viajé a itaca a las 22 de Octubre 2004 a las 11:13 PM
Sugerencias y Otros

Pues yo lo he leído todo enterito y me ha encantado = P· Antes de llegar a la parte donde lo pones, me venía a la cabeza corazón de mimbre (igual también porque la estoy escuchando.. = P·). De Laberintos y Minotauros... Me quedo con la peli de Bowie y el relato de Borges. Me alegro de que estés un poco mejor = )·


Bezoz...

Viajó a Ítaca: Eowyn at 23 de Octubre 2004 a las 12:43 AM
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¿Qué tal la memoria?






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