Anoche soñé que habíamos estado toda la noche haciéndonos el amor. Una danza de dos iguales, en volteletas de pasión, en dentelladas de deseo. Cuerpo sobre cuerpo, batalla sin guerra, armas de besos, de abrazos, de caricias, de lenguas entrelazadas, de dedos hábiles y de sexos húmedos. Tu boca resbalando por mi cuerpo, mis dedos acariciando tu sexo, estremecimiento de mi alma, respiración agitada, olor al mar del amor, oleadas de cosquillas en mi estómago, pérdida de control de todo mi ser. Para terminar en temblores de nuestros cuerpos, sumergiéndonos la una en la otra. Pecho contra pecho, labios y lenguas entregados a sus homólogos en llamas, ojos cerrados pero viéndolo todo, vapor del fuego que nuestros cuerpos desprendían llenándo todo el espacio...
Al despertar, aún sin abrir los ojos, he pasado mi mano por el lado de la cama donde supuestamente debía estar yaciendo tu cuerpo. Estaba vacío, como era de esperar, nunca ha estado ahí. He apagado el despertador que seguía sonando. Al hacer la cama, he buscado con esperanza algún indicio de que el sueño no sólo había sido eso y si en realidad, en esta noche, nos pertenecimos, sin tregua ni descanso, amándonos hasta el alba... Pero no había resto alguno, los sueños, sueños son...
Dan ganas de ser la sabana donde sueñas esas cosas:)
Viajó a Ítaca: cedrik at 15 de Octubre 2004 a las 10:23 PM