Aproximadamente hace un año que regresé de Granada. Este es el mes en el que desde hace ya algunos años falta una persona muy importante para mí y lo notaremos tod@s (junto a otra ausencia compañera de ésta primera) cuando el sábado, mi única hermana, se case. Este es mi post número 100. Hoy hace 100 días desde que terminó mi relación. Y mañana, es la noche de San Juan, la noche más corta del año; una noche mágica en la que quemaré todo lo antiguo y pasaré a vivir una etapa nueva, un nuevo círculo, una vez que ya he curado más o menos todas mis heridas, aunque siempre queden las cicatrices que recordarán lo vivido. Prepararé un papelito con un par de deseos (y añadiré el de una persona que no puede hacerlo), iré a la playa, los quemaré en la hoguera, e iré a la orilla del mar, me mojaré, y así, todas las tristezas, iras, desidias y demás, se irán con la marea, y aunque vendrán otr@s, no serán l@s mism@s l@s que vuelvan a esta pequeña Itaca...
Os dejo este poema, extraído de las páginas del libro La Vieja Sirena, del escritor Jose Luis Sampedro, un libro que me ha llegado hondo...
Si no sentiste entonces la muerte
desgarrándote en vida y agrandando
el vacío entre tus venas inflamado,
el vano apartamiento de tus muslos,
el ansia de tu sexo.
Si no rompió tu voz ese gemido
que acuchilla la turbia madrugada...
es que en tu corazón no ardía la hoguera
que llamamos amor.
En ella me consumo y es mi grito
tu nombre: a ti me abro en carne viva.
Mi piel muere en espera de la tuya,
mi sexo late con ansiosa boca
de pez en la agonía.
Y al no llegar tus labios con tu bálsamo
ni el fuego sosegante de tu lengua
mi mano se fatiga inútilmente
en estéril caricia...
Porque tan sólo tú tienes las alas
para el vuelo que mata y da la vida.